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La historia de triunfo de un intento fallido

  • Foto del escritor: yuyu
    yuyu
  • 29 may
  • 4 Min. de lectura

Con frecuencia la magia del proceso artístico ocurre tras bastidores y no importa cuánto esa vocecita interna intrusiva nos diga que tenemos que documentar, hay que hacer contenido, todo es contenido… no todas las experiencias que nos pasan cuando creamos son documentable mientras las vivimos.


En un inicio quise, en efecto, documentar todo el proceso creativo de la pieza Bon Sol, para que una vez estuviera finalizada y sometida al concurso para el que la creé, poder hacerles un post maravilloso presentándola a todos ustedes como diciendo ¡MIREN LO QUE HICE! Sin embargo, hoy escribo esta reflexión sobre lo que verdaderamente significó para mí hacer esta pieza y lo que me llevó a la historia de triunfo detrás de un intento fallido. Fallido, porque no resulté seleccionada en la contienda. Triunfo, porque aprendí una gran lección.


Aquí el storytelling…


Un sábado de febrero leí que había un open call para artistas que en menos de una semana cerraba su convocatoria. Los artistas seleccionados serían parte de una exhibición en Palma de Mallorca, en las Islas Baleares de España y uno de los 10 seleccionados tendría la oportunidad realizar una residencia artística en el hotel que abrió la convocatoria, además de un solo show al final de las 5 semanas de estancia. Se podrán imaginar que yo como, dirían los españoles, flipé. Sentí un rush de adrenalina que me hizo reconsiderar el tomar mis días libres para descansar y en su lugar aprovecharlos para hacer una pieza que pudiera someter al open call. Tengo tres días, eso me basta me dije.


Así que el domingo a las 10:00 am me senté frente a un canvas en blanco, por primera vez en casi ocho años. Desde hacía ya algún tiempo venía anhelando volver a la práctica de la pintura y lo llevaba relegando, siempre para luego, cada vez que me venía el deseo. Para mi cuando se pinta, el tiempo transcurre diferente, es un ejercicio que implica una pausa absoluta del ajetreo del mundo exterior y esto precisamente no me lo estaba concediendo a mí misma. Pasaron 12 horas de pura pintura y me sentí nuevamente como la Yurema niña o adolescente, que pasaba todo su tiempo libre haciendo esto mismo. Ese primer cuadro es hermoso, pero a las 10:00 pm lo miré y me convencí de que aunque me encantaba ese cuadro, me gustaba a mí y era para mí no para el open call. Lo quité del caballete y sin pensarlo dos veces coloque un canvas nuevo y comencé otra vez. Hice un nuevo sketch con el mismo mensaje y me dejé llevar por el espíritu creativo de la yuyu actual que busca entrelazar todas sus artes. 


En la segunda obra pinte un retrato en acrílico, confeccioné un arete de tres pendientes hechos por medio del calado y grabado sobre una plancha de brass, además añadí otro elemento tridimensional a la pieza agregando hojas de palma con empapelado metálico. El arete iba puesto en la oreja de la mujer que está de espaldas pintada. El lunes en la tarde la Bon Sol 2.0 estaba lista y yo había experimentado un frenesí creativo muy catártico, que luego el martes en la mañana pude plasmar en la carta que envié a la convocatoria. 

Hacer esta pieza en realidad para mí fue mucho más que una obra para un concurso, fue regalarme la oportunidad de ser profundamente feliz haciendo algo que amo mucho y que por tanto tiempo había dejado en el olvido. Fue una oportunidad de volver a recordar por medio de la práctica, eso que me llenó de alegría por años. Pensé en esos primeros encuentros con los colores, con sus texturas y posibilidades y como fueron fundamentales para quien soy hoy como creadora. Agradecí el haber respondido a ese llamado del artista porque para mí fue un llamado de la vida a dirigir mi atención hacia aquello que me hace sentir plena, a darme cuenta de la gran fuente creativa que llevo dentro y a nutrirla con mis acciones, a escucharme por que la intuición sabe lo que una necesita.


Más de 800 artistas sometieron piezas en esta convocatoria, como les mencioné al principio de este relato, la mía no fue seleccionada, sin embargo el arete lo llevé puesto la noche del estreno del ballet concierto Amares de Katia Pacheco en el Conservatorio de Música de Puerto Rico y para el lanzamiento de mi libro Poemas de Viernes en Santuario Libros y Discos. El cuadro al momento adorna mi sala, me sirve de espejo para recordarme lo que aprendí al pintarlo y pronto cuando le de sus últimos toques estará disponible aquí en el shop de la web. 


Si han leído hasta aquí gracias, espero que mi experiencia haciendo la pieza Bon Sol les recuerde que tal vez es momento de pensar en esa cosa que tanto anhelan, eso que pondría al niño interior muy, muy, muy feliz e ir a hacerlo posible, les sorprenderá lo poco que se necesita pa’ estar verdaderamente contento.


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